LAS MUJERES YA NO LLORAN, LAS MUJERES FACTURAN

Hasta esta tarde no me había enterado del lío que se ha montado con la canción que Shakira ha dedicado a su exmarido.

La he escuchado en la radio y no me he enterado de nada. Supongo que mis cincuentones oídos no están preparados para los sonidos modernos que, por otra parte, me paso el día oyendo pues mis hijos no escuchan otra cosa.

Por la noche, cenando con mi hijo pequeño y por sacar algún tema de conversación que le pudiera interesar le he comentado: “¡Menuda se ha liado con la canción de Shakira! ¿no?”

Pues sí, el asunto le ha interesado así que le he pedido el favor que me tradujera la canción.

Y así sí, recitada por mi hijo -que no cantada por Shakira- me he enterado perfectamente de la letra y, lo que es más importante, del mensaje.

Y, ahora sí, ahora comprendo la que se ha liado.

A algunos les hará gracia y a otros no. Yo soy más de las primeras, pero es que estoy en modo “buscar el lado divertido de la vida”.

Después de reír y bailar la canción -no sé ni como se llama- le he dicho a mi hijo que de todo lo que se dice en la canción, me quedo

con la frase “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”.

No lo ha entendido. Ni el significado ni el hecho de que a mí me gustara tanto.

He tratado de explicarle que para mí esa frase resume a la perfección el progreso de las mujeres en los últimos años.

Es verdad que el de Shakira es un caso extremo en lo que al nivel de facturación se refiere, pero hoy en día hay muchas mujeres abandonadas por sus maridos que, lejos de lamerse las heridas y compadecerse de su situación, se ponen el mundo por montera y salen adelante, trabajando, facturando…

No, ya no dependen de nadie -y menos de un hombre- para vivir y es por eso que viven, disfrutan, ríen…

Me he venido arriba -últimamente me pasa micho- y me he puesto de ejemplo: “mírame a mí Gon, a mí papá no me ha abandonado, pero sí me he quedado sola y lo que he hecho, en vez de quedarme en casa llorando -lo hago de vez en cuando- es trabajar como una loca para salir adelante pero también porque trabajando -y facturando- vivo, disfruto, río…

Esto, querido hijo, sí es un ejemplo del progreso de la mujer. Que no te engañen, hay otras cosas que no lo son.

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