Termina el 2022 que, mirado con los ojos con los que miráis los que os ponéis en mi lugar, debería ser un año de mierda. Lógico que pensemos eso, “pobre María, viuda, con tres hijos todavía estudiantes, sin su Manolo… menudo año horrible tiene que haber pasado”.
Pues sí queridos, un año de mierda en el que, si me paro más de cinco minutos seguidos a pensar en Manolo, lloro desconsoladamente dándome pena de mí misma y de mis hijos que van a vivir el resto de su vida sin padre.
Pero, si lo pienso objetivamente, ha sido un año increíble y por muchas razones de las que me siento bastante orgullosa. Las voy a enumerar.
1. Tanto los niños como yo hemos salido adelante y, lo que es más importante, hemos vivido situaciones en las que, sin olvidarnos de Manolo, hemos vuelto a sonreír: cumpleaños, graduaciones, nuevos trabajos…
2. Me siento orgullosa de mí misma -baja Modesto…- A mí edad, y contra todo pronóstico por aquello del edadismo, vuelvo a ser trabajadora por cuenta ajena y, aunque es una auténtica mierda, a final de mes a mi banco llega una nómina que es fundamental para sacar a mis hijos adelante.
3. Para superar mi duelo -que ni de lejos está superado, pero estoy en ello- lo mejor que he podido hacer es ponerme a trabajar. Ojo, lejos de mi intención dar consejos a nadie, pero a mí me ha venido de perlas.
Me he reencontrado con el mundo del Trabajo Social -feliz- y estoy dando lo mejor de mí que no me está costando demasiado porque estoy disfrutando de lo lindo y eso que, por primera vez en mi vida, me levanto a las seis y media de la mañana.
4. Gracias a la reincorporación al mundo laboral he conocido -y sigo haciéndolo- a gente estupenda que ya son parte importante de mi vida. El paso por San Camilo ha sido un regalo del Cielo -y cuando digo del Cielo digo de Manolo que está ahí echando una mano- y mis nuevos trabajos me dan más satisfacciones que sinsabores así que el balance es muy positivo.
5. La gente… ¡qué importante es la gente! y, las cosas de la vida, aquí es donde una se encuentra con los mayores sinsabores…
En este año me he sentido muy querida, pero también muy ignorada; me he sentido admirada, pero también despreciada; me he sentido cuidada pero también abandonada…
Pero de todo se aprende y la vida, y las circunstancias, ayudan a poner a cada cosa y a cada persona en su sitio.
Hacemos el balance de lo bueno y malo y el 2022, pese a todo, no ha sido tan malo…