A JENNIFER NO LE DUELE LA CABEZA

¿Qué tienen que ver Santo Tomás “el incrédulo”, Susana Grisso y Jennifer López? Pues, probablemente nada. O mucho.

Se dice y se comenta que Jennifer López y Ben Affleck –uno de mis adonis favoritos- se van a casar. Se dice y se comenta que ella ha incluido una claúsula en su acuerdo prematrimonial –yo no tuve de eso- por la que Ben se compromete a tener relaciones sexuales con ella –no iba a ser con otra, que eso el tiempo ya lo dirá- cuatro veces por semana.

Yo entiendo que esta gente, que vive en un mundo paralelo al del común de los mortales y, por ende, nunca jamás nos vamos a encontrar, firme acuerdos prematrimoniales en los que queden claros los aspectos pecuniarios, pero ¿de verdad que hay que poner por escrito el número de polvos que vamos a echar mientras estemos casados? Me parece tan descabellado que yo digo como Santo Tomás, o meto el dedo en los agujeros de los clavos o yo no me creo nada.

Me cuentan que Susana Grisso ha comentado que esto de pactar el sexo no le parece nada romántico. Ay, Susana, ¿quién ha dicho que para que el sexo sea bueno deba ir acompañado de romanticismo? A mí eso no me preocupa. En realidad, lo que hagan estos señores no me preocupa nada,

pero la sensación que tengo es que algo muy raro debe haber si tengo que poner por escrito las veces que mi futuro marido y yo nos vamos a acostar.

Ya sean cuatro veces, tres o cinco, lo que parece claro es que Jennifer, de dolores de cabeza, está perfecta.

A más de uno se le habrá puesto la cara, y algo más, verde de envidia solo de pensar en las cuatro veces por semana que Ben va a hacer feliz a su mujer.

Pero señores, piensen ustedes, Jennifer no va a la compra, no ordena la casa ni la limpia, no cocina, no recoge a los niños del colegio ni organiza sus cumpleaños, no se lava ella la melena ni se la seca en el baño tratando de conseguir un efecto peluquería que nunca llega, no se hace las uñas en la mesa de la cocina como buenamente puede, no lleva el coche al taller cuando la estúpida columna del parking de Mercadona le rompe un piloto, no tiene que cambiar toda su agenda cuando viene el técnico de la lavadora…

¡Ah! Un pequeño matiz sin importancia, ¿han visto ustedes la cara y el cuerpo de Ben?

En fin, señores que lo queremos todo y todo no se puede.

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