A PROPÓSITO DE LA UNIÓN ENTRE DON BENITO Y VILLANUEVA DE LA SERENA

La primera vez que oí hablar de Don Benito fue hace casi 30 años cuando conocí a un compañero de trabajo que con los años se convertiría en mi marido y del que ahora soy su triste y orgullosa viuda.

Pocos años después de aquel primer encuentro emprendí, junto con mi entonces novio, mi primer viaje a Don Benito que también era mi primer viaje a tierras extremeñas. Por aquel entonces la autovía A5 no estaba terminada así que había que atravesar el puerto de Miravete que para mí, acostumbrada a la A1, era como atravesar la puerta a un mundo desconocido y nada halagüeño. De hecho, a  medida que subíamos y luego bajábamos por aquella carretera con curvas  de unos 300 grados o más yo tenía la impresión de que iba camino de Las Hurdes de postguerra de las que tanto y con tanto dramatismo me había hablado mi padre.

La sorpresa al entrar por esa avenida que es «La Avenida» fue mayúscula. Aquello no era una pedanía -que es lo que yo pensé que iba a encontrar a medida que recorríamos kilómetros desde Madrid sin leer un solo cartel en el que pusiera Don Benito- era un señor pueblo o una mini ciudad. Todavía no lo he descubierto.

No puedo recordar las veces que he vuelto a Don Benito desde aquella primera vez pero son muchas porque Don Benito era la tierra de mi marido, mis hijos llevan sangre dombenitense, la mitad de mi familia -que es la familia de mi marido- está allí y algunos de mis mejores amigos son y viven en Don Benito.

De Don Benito me gusta todo: llegar y olvidarme del coche;  ir de compras por la avenida; quedar a tomar una cerveza por la que me van a cobrar la mitad que en Madrid y que siempre viene acompañada de una buena tapa; ir a hacer una barbacoa «al campo» de algún amigo; ir a misa a Santiago; disfrutar de las procesiones de Semana Santa en las que ya no procesionará mi marido pero todavía lo hará gente muy querida; ir cada 12 de octubre a Las Cruces a cantar el himno que aprendí por amor y ahora grito por devoción… Me gusta y quiero a Don Benito porque algunos de los mejores y más importantes momentos de mi vida los he vivido allí.

¿Me legitima todo lo anterior para hablar de la fusión entre Don Benito y Villanueva teniendo en cuenta que ni he nacido ni he residido nunca en ninguna de las dos poblaciones? Pues probablemente no pero tengo la necesidad de hacerlo.

Cuando hace apenas un par de meses empecé a oir hablar de la posibilidad de esta unión no hice mucho caso. Creo que es ya la tercera vez, en los últimos veinte años, que se habla del tema y las anteriores se habían quedado en poco más que un tema del que charlar tomando esa caña barata con tapa y poco más.

Por cierto, me cuentan las lenguas el lugar que cuando el fallecido alcalde Mariano Gallego tuvo ya esta idea, el actual alcalde de Villanueva se opuso enérgicamente. Sería interesante saber las razones que han propiciado este cambio de opinión.

Pero volvamos a la actualidad. Parece que esta vez va en serio. Tan en serio que el próximo día 20 se celebra un gran referéndum -aunque se puede votar desde hace unos días- para conocer la opinión de los serones y los calabazones sobre el futuro de sus municipios.

Dicen los políticos que la unión de los dos pueblos era un clamor popular, una voluntad expresada por los ciudadanos… No conozco a nadie de Villanueva -salvo a Jose Manuel Calderón y desgraciadamente no personalmente- pero me dicen que de esto en Don Benito no hablaba ni el tato. Vamos, que ni era conversación de bares, ni en el trabajo se discutía sobre ello -ahora sí-, ni era algo que hablaras con la familia a la hora de la cena. Habrá otras razones, y quizás sean buenas, pero el clamor popular no es una de ellas.

No creo que me equivoque si predigo que la respuesta va a ser afirmativa. Y será así porque se han dado todas las circunstancias para que así sea.

Me cuentan mis amigos que hasta la semana pasada -los días 8 y 9 estuve por allí- no se había oído ni una sola voz en contra de la fusión. ¿Es eso posible?, ¿De verdad que todo van a ser ventajas y no va a haber ningún inconveniente? Si eso es así solo nos queda lamentarnos por no haber unido las dos ciudades antes. Digo yo…

El dinero manda y aquí no iba a ser diferente. El principal argumento de los que defienden la fusión es que va a empezar a entrar dinero a raudales con el que se van a poder hacer miles de cosas beneficiosas para los dos municipios que, para cuando llegue el dinero, ya solo serán uno.

Pero, ¿ha dicho alguien cuanto dinero va a llegar? Eso no debe ser muy difícil de calcular puesto que ya sabemos el número de habitantes que tendrá la nueva metrópoli. Y con ese dinero, ¿podemos concretar un poquito más qué se va a hacer? En algunos medios de comunicación han entrevistado a ciudadanos a los que se les llenaba la boca hablando de un nuevo hospital y de una universidad. ¿De verdad que estamos vendiendo la construcción de una universidad sin saber el dinero que nos va a llegar y sin un estudio previo del número de potenciales alumnos, estudios demandados, etc.? Creo que nos están sobrando grandes palabras y nos está faltando un poquito más de concreción.

Algo que convendría tener en cuenta antes de introducir el voto en la urna es el cambio del marco legislativo. Lo que quiero decir es que si ahora la norma que rige a los dos municipios es la Ley de Bases de Régimen Local, la nueva ciudad se regiría por la Ley de Medidas para la Modernización del Gobierno Local conocida también como Ley de Grandes Ciudades. Este cambio normativo no es baladí ya que el alcalde y su Junta de Gobierno reforzarán considerablemente su poder en detrimento de la importancia que el Pleno del Ayuntamiento tiene el los municipios que se rigen por la Ley de Bases de Régimen Local. En palabras del Profesor Francisco Velasco Caballero de la UAM en la medida en que el Alcalde dirige plenamente la Junta de Gobierno Local, y esta Junta acapara la mayoría de las competencias administrativas del Ayuntamiento, se da un claro reforzamiento en el poder del Alcalde sobre el conjunto de la Administración municipal

Dicho en otras palabras, el Alcalde y su Junta de Gobierno pueden tomar decisiones sin tener que pasar por el Pleno del Ayuntamiento que a mí siempre me ha parecido una de las grandes riquezas municipales. ¿Han oído ustedes hablar de los «decretazos»? Pues eso.

Y luego está el corazoncito al que voy a dedicar menos palabras pero que es lo que verdaderamente me ha movido a escribir estas líneas.

Hace unos días el preguntaban al alcalde de Villanueva en Antena 3 por el nombre de la nueva ciudad. Contestó que sería algo nuevo que no tuviera nada que ver ni con Don Benito ni con Villanueva. Me dio la impresión de que piensa contratar a una empresa de naming y a ver que pasa…

Por Dios. ¿De verdad que hasta el nombre de los dos pueblos va a desaparecer? Si ya no va a existir Don Benito, ¿quién nos van a preguntar por qué se llama así?, ¿a quién vamos a contar la historia de Don Benito y Don Llorente?, ¿de dónde va a ser ahora el crimen de Don Benito?

No sé que vamos a ganar con esta fusión pero lo que sí vamos a perder son años de historia, años de tradición y años de identidad. La suya, la de los villanovenses, y la nuestra, la de los dombenitenses.

Nací en Burgos y vivo en Madrid. Soy calabazona putativa y no, no voy a votar pero hay algo que tengo muy claro, de poder hacerlo,  mi marido y yo votaríamos NO.

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