¡Ay Manolo!, marido, han pasado ya más de cinco meses desde que no te tengo a mi lado y no me hago a la idea. No me acostumbro Manolo.
Y es que todavía hay veces que pienso que al llegar a casa vas a estar sentado en el sofá con tu Ipad o tu teléfono planificando tuits; todavía, cuando suena el teléfono, pienso que vas a ser tú; y todavía, cuando le doy un golpecito al coche -tranquilo, no son muchos- pienso que mejor no te lo digo…
Manolo, te lloro todos los días. Pensé que la tristeza y las lágrimas irían disminuyendo pero no. Todavía me cuesta mucho pensar en ti sin llorarte y te pienso mucho porque todo me recuerda a ti. TODO: los niños, la casa, tu familia -que es la mía-…
Me acuerdo de ti cada vez que voy a La Paz, al centro de salud, a la farmacia… Me acuerdo de ti cuando quedo con los amigos, cuando me mandan un whatsapp, cuando me llaman… Me acuerdo de ti cada vez que tuiteo a lo loco… Me acuerdo de ti cada vez que me despierto por las mañanas y me acuesto por la noche… Me acuerdo de ti cada vez que voy a misa porque recuerdo como durantelos últimos dos años y medio nos dábamos la mano diciendo aquí estamos, seguimos adelante y seguimos juntos.
Te echo de menos en todos los momentos del día pero, ¿sabes que es lo que más echo de menos? Contarte las cosas.
Eso es lo que más me cuesta Manolo: que no estés aquí para hablarte, para darte la lata con mis «comeduras» de coco, para charlar contigo sobre lo bueno que me ha pasado y lo malo también.
Manolo, desde que te has ido han pasado muchas cosas bonitas y me da mucha pena no tenerte aquí para contártelas.
Contarte que desde que te has ido he descubierto un Manolo que no conocía. De tu modestia era bastante consciente pero, ¿tanto? Manolo, yo no sabía que, dentro del mundo del Trabajo Social, eras una persona tan querida y valorada. Gracias a ser como has sido he recibido muchas muestras de cariño y reconocimiento que me han hecho sentirme muy orgullosa de estar casada contigo. ¡Como te quería la gente marido!
Contarte todas las llamadas, los mensajes, el homenaje que te hicieron hace algo más de un mes, tus funerales llenos de gente triste por tu partida.
Me gustaría tenerte aquí para hablarte de los niños. Ahí si que me siento muy sola Manolo. Y muy perdida porque, los dos lo sabemos, la cordura y la mesura en esta casa las ponías tú.
Esta noche es Noche de Reyes y no quiero pensar en cómo va a ser. He sobrevivido a la Nochebuena y a la Nochevieja pero no creo que sobreviva a esta noche. Te acuerdas ¿verdad? Yo sentada en sofá del salón con mi copita de cava envolviendo paquetes como si no hubiera un mañana y tú por toda la casa buscando los regalos escondidos y haciendo recuento por si se nos olvidaba algo.
Esta noche me toca a mí sola: buscar, envolver y beber…
Te voy a echar de menos. Ni menos ni más que otros días. Infinito como siempre. Te quiero.
Te echo mucho de menos.