Algunas veces, desde que tengo el blog, recibo correos de marcas que me proponen enviarme productos a casa para que los pruebe y luego hable de ellos.
Normalmente les agradezco la propuesta pero les digo que no. Por un lado porque me gusta hablar «de lo que me apetece» y, por otro, porque me da miedo que me envíen cosas que no me gusten y entonces «sea peor el remedio que la enfermedad».
Sin embargo, en esta ocasión no he podido resistirme ya que «me han dado donde más me duele»: el chocolate. Os aseguro que me lo pensé e intenté resistirme pero, ya se sabe, la carne es débil y yo soy una chocolate-adicta que, me temo, ha llegado al punto de no-retorno.
Resumiendo, que cuando me llegó el correo de la marca Milka, no pude negarme. Lo que no sabían ellos es que a mí no me hace falta probar ese chocolate para hablar bien de él ya que, en casa, lo consumimos «por kilos».
Me enviaron un par de tabletas bastante grandes pero no os perdáis la presentación, imposible resistirse:
Y, ¿cuánto creéis que nos han durado las dos tabletas de chocolate en casa? Pues, como se dice habitualmente, «menos que un caramelo a la puerta de un colegio». No sé si mi gordóloga leerá este post pero, si lo hace, me temo una llamada no precisamente de cortesía.
Os dejo este collage y me voy a por un trocito de chocolate que parece que ya me hace falta.
Qué mala eres, que forma de tentarnos para que pequemos! Yo creo que no hay nada que me guste más en la vida que el chocolate, me como el bote de nocilla, que compro para mis hijos, a CHUCHARADAS, literalmente, y el chocolate milka es el que más me gusta. Fíjate si es así, (y ahora toca ponerse serios) que hay un niño de la clase de mi hijo Pedro de 4 años, al que le acaban de diagnosticar leucemia, y además de ayudar a la familia como hemos acordado entre un montón de padres porque tienen siete hijos más, se me ha ocurrido ofrecerle a Dios no probar el chocolate hasta que él regrese al cole, bueno mejor dicho, para que él regrese, así que hazte una idea de lo que me gusta el chocolate. Es un sacrificio tonto frente a algo tan grande, pero es mi pequeño tonto grano de arena.
Yo particularmente soy poco chocolatera, pero mis hijas y mi marido son adictos al chocolate.
Yo tengo una anecdota muy buena sobre el chocolate: Estando embarazada de mi hija mayor, un sábado por la tarde me entró un antojo de chocolate, cosa rara en mí, y mi marido, solícito y amable, fue a un supermercado y apareció con 5 tabletas de chocolate distintas, de todas las clases y modelos. Yo me comí 2 o 3 onzas, y él se comió el resto mientras veíamos una película.
Así que te comprendo perfectamente.
Un beso.
Mónica
http://www.tuestiloadiario.blogspot.com
Deberías poner un aviso en la portada del blog «Aviso a sobornantes: no se aceptan ni chocolates, ni frituras, ni ningún otro tipo de variedad engordante como soborno», que claro, es que si no una cae irremediablemente… Ya verás como tu gordóloga se entere de que tienes un blog, te va a tener a raya!
Besos……. y espero que pudieras disfrutas del chocolate a pesar de los remordimientos, jaja!